El sida consiste en la incapacidad del sistema inmunitario para hacer frente a las infecciones y
otros procesos patológicos, y se desarrolla cuando el nivel de Linfocitos T CD4 desciende por debajo de 200 células
por mililitro de sangre.
Normalmente, los glóbulos blancos y anticuerpos atacan y destruyen a cualquier
organismo extraño que entra al cuerpo humano. Esta respuesta es coordinada por
un tipo de células llamados linfocitos CD4. Desafortunadamente, el VIH ataca específicamente a las células
que expresan el receptor CD4, una de las más importantes son los linfocitos T
CD4+ y entra en ellos. Una vez dentro, el virus transforma su material genético de cadena simple (ARN) a uno de cadena doble (ADN) para incorporarlo al material
genético propio del huésped (persona infectada) y lo utiliza para replicarse o
hacer copias de sí mismo. Cuando las nuevas copias del virus salen de las
células a la sangre, buscan a otras células para atacar. Mientras, las células
de donde salieron mueren. Este ciclo se repite una y otra vez.
Para defenderse de esta producción de virus,
el sistema inmune de una persona produce muchas células CD4 diariamente.
Paulatinamente el número de células CD4 disminuye, por lo que la persona sufre
de inmunodeficiencia, lo cual significa que la persona no puede defenderse de
otros virus, bacterias, hongos y parásitos que causan enfermedades, lo que deja
a la persona susceptible de sufrir enfermedades que una persona sana sería
capaz de enfrentar, como la neumonía atípica y la meningitis atípica. Estas enfermedades son
principalmente infecciones oportunistas. Dado que el organismo posee mecanismos
de control de crecimiento celular dependiente de células CD4, la
destrucción progresiva de estas células ocasionará que estos mecanismos no sean
adecuadamente regulados, lo que origina en consecuencia la presencia de algunas neoplasias (cáncer) que no ocurrirían en personas «sanas». El VIH, además, es
capaz de infectar células cerebrales, causando algunas afecciones neurológicas.
Como en los demás retrovirus, la información genética del virus
está en forma de ARN, que contiene las «instrucciones» para la síntesis de proteínas estructurales,
las cuales al unirse conformarán al nuevo virus (virión); es decir sus características hereditarias, que le son
necesarias para replicarse. Habitualmente, en la naturaleza el ADN o ácido
desoxirribonucleico es una fuente de material genético desde la que se
producirá una copia simple de ARN, pero en el caso del VIH, éste logra invertir
el sentido de la información, produciendo ADN a partir de su simple copia de
ARN, operación que se denomina transcripción inversa, característica de los retrovirus. El virus inserta su información genética en el mecanismo
de reproducción de la célula (núcleo celular), gracias a la acción de la transcriptasa reversa.
Prevención
La única causa de la transmisión es el
intercambio de fluidos corporales, en particular la sangre y las secreciones
genitales. El virus VIH no se puede transmitir por la respiración, la saliva,
el contacto casual por el tacto, dar la mano, abrazar, besar en la mejilla,
masturbarse mutuamente con otra persona o compartir utensilios como vasos,
tazas o cucharas. En cambio es teóricamente posible que el virus se transmita
entre personas a través del beso boca a boca, si ambas personas tienen llagas
sangrantes o encías llagadas, pero ese caso no ha sido documentado y además es
considerado muy improbable, ya que la saliva contiene concentraciones mucho más
bajas que por ejemplo el semen, y también porque la saliva tiene propiedades
antivirales que hacen que destruya al VIH.
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